Sea una diosa turbia de la oscuridad,
o la ninfa plateada de los sueños
Que en mi vigilia inoportuna,
no permite que abandone este mundo pérfido e irracional.
Abrasándome en mi miseria,
en el sufrimiento que provoca aquel terror,
helándome con el iluso deseo de reencontrarme con mi amada Leonor
Cuando sobre la tierra sólo resta su carne corrupta,
ya despojada de su esencia.
Me habla en sueños,
respira dejando su aliento cálido sobre mi piel, Leonor.
Prefiero morir, sólo por la insensata creencia
de que puedo volver a sus brazos.
Nunca más sus pensamientos se confundirán con los míos
fusionando así nuestro altruismo.
La noche cae con armoniosa excelsitud,
mezclándose con mis metáforas inconclusas,
advirtiendo en mi alma ebria de dolor
un plan que burle mi destino.
Y el repetido y cruel Nunca más acaricia mi interior
como un veneno calcinante.
Permitiéndome arrojar mi congoja
a las llamas magnificentes de la tempestad.
(transtextualidad, El cuervo de Edgar Allan Poe)
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